grande, violeta y quejoso

En el fondo de mi casa tengo un mounstruo al cual a veces tengo que alimentar sacrificando pobres criaturas que merodean las calles del barrio sin darme cuenta que a veces esas criaturas se encuentran enfermas entonces mi mountruo se alimenta de proteínas no adecuadas y se vuelve un mountruo con dolor de panza y no hay peor cosa en mi barrio que los llantos de mi mountruo cuando le duele algo.

itaca

Si vas a emprender el viaje hacia Itaca,
pide que tu camino sea largo,
rico en experiencias, en conocimiento.
A Lestrigones y a Cíclopes,
o al airado Poseidón nunca temas,
no hallarás tales seres en tu ruta
si alto es tu pensamiento y limpia
la emoción de tu espíritu y tu cuerpo.
A Lestrigones ni a Cíclopes,
ni al fiero Poseidón hallarás nunca
si no los llevas dentro de tu alma,
si no es tu alma quien ante ti los pone.

Pide que tu camino sea largo.
Que numerosas sean las mañanas de verano
en que con placer, felizmente
arribes a bahías nunca vistas;
detente en los emporios de Fenicia
y adquiere hermosas mercancías,
madreperla y coral, y ámbar y ébano,
perfumes deliciosos y diversos,
cuanto puedas invierte en voluptuosos y delicados perfumes;
visita muchas ciudades de Egipto
y con avidez aprende de sus sabios.

Ten siempre a Itaca en la memoria.
Llegar allí es tu meta.
Más no apresures el viaje.
Mejor que se extienda largos años;
y en tu vejez arribes a la isla
con cuanto hayas ganado en el camino,
sin esperar que Itaca te enriquezca.

Itaca te regalo un hermoso viaje.
Sin ella el camino no hubieras emprendido.
Más ninguna otra cosa puede darte.

Aunque pobre la encuentres, no te engañará Itaca.
Rico en saber y en vida, como has vuelto,
conprendes ya que significan las Itacas.

receta

ingredientes:

1 ciruela madura, 3 días después de madura.
1 botellita abierta de tinta china amarilla.
3 un marcadores de color negro, verde y rojo.
1 caja de cartulina blanca con tapa, preferentemente hermética.

juntamos los ingredientes dentro de la caja, una vez cerrada lo sacudimos con suficiente fervor durante un tiempo adecuado, y obtendremos una bonita obra de arte espontáneo, y 3 marcadores inutilizables.

elhombrequecomiadiccionarios

la increible historia que no volvi a leer más, acerca del hombre de traje gris, que luego de hablar consigo mismo dentro de 10 minutos, sacó una taza de café aún caliente del bolsillo y se fue caminando. Extraño mucho al hombre que comía diccionarios.

puntillismo.

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multiplicidad existencial

nada es solo lo que es, sin dejar de ser lo que podría ser si quisiéramos que lo fuera.

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Entonces entramos al local. Creo que era una peluquería, no muy grande. Había algunos peluqueros trabajando y algunas personas esperando su turno.
Sobre el costado izquierdo, la pared tenía una abertura, una arcada importante. Fui directamente a averiguar a donde conducía. Atravesé la arcada y vi que el muro tenía un espesor casi de 4 metros.
Esa arcada realmente llevaba a un lugar nuevo. Eran las vías del subte. Veo pasar uno frente a mi. Increíblemente el sonido no llega oídos de la gente en la peluquería.

Sigo avanzando y descubro que del otro lado de las vías el espacio se extiende. Mucho. Veo el principio de una escalera, que empieza curva y luego se rectifica. El piso de piedra. La sigo con la mirada hacia arriba en su recorrido, y calculo mentalmente que subía aproximadamente unos 40 mts. El lugar parecía no tener techo. Me sentía en las minas de Moria, pero dentro de un edificio de mi ciudad.

Me decido a subirla, los escalones son muy pequeños, en alzada y en pedada. Como si hubiesen sido hechos para otra raza. Y a medida que avanzo, me da la sensación que la escalada se torna más vertical. Miro lo que va quedando abajo y siento mucho vértigo, la arcada en la peluquería es un punto de luz a lo lejos.

Al llegar, veo una esplanada, una llanura de piedra, con el techo ahora mucho mas bajo, unos 4 mts. nomás. Y a unos metros de mi, una asamblea se llevaba a cabo. era una reunión entre distintos seres, todos estaban sentados sobre la piedra, formando un círculo un tanto desprolijo, informal. Vestían ropas extrañas, tapados, capas, sacos, en su mayoría oscuros, pero cada uno tenía puesta una prenda muy colorida y luminosa a su vez. En muy pequeños. Y también vi que cada uno constaba con una piedra preciosa en su mano, brillantísima. Y los vi deliberar durante un rato, ellos siempre supieron que yo estaba ahí, pero no tuvimos contacto alguno.

Creí demasiado sagrado ese lugar y esa gente para mi. Me despedí mentalmente y me dispuse a bajar la escalera con cuidado, rumbo a la peluquería, seguro que ya se habría desocupado.

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